Él se acercó. Ella respiró hondo, mientras él tomaba un mechón de sus cabellos entre dos de sus dedos. Lo examinó durante lo que pareció una eternidad. Miró no tanto al cabello sino al extraño hecho de su cabello entre sus dedos.
Por fin, alzó los ojos y la miró. Su mano se acercó hasta descansar en la mejilla de ella. Entonces él sonrió, y también ella. Suspiró con alivio y con algo más.
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